Aun tengo bien fresco en la memoria la aventura que pasamos para tener plazas en Huelva para ir al Camino en verano y cómo esto puede hacer que tengamos cierto recelo a la hora de volver a organizar, o más bien dejarnos organizar, algo con/por ellos y me hace pensar en nuestra vida cotidiana.
Todos tenemos amigos que han estado de pequeños en colegios de curas y monjas y que dicen eso de "a los curas no los quiero ver ni en pintura" y se niegan a poner un pie en las Iglesias. Reacción adversa.
Nosotros hemos tenido la suerte de no haber estado obligados a ir a misa, nos han permitido (excepto Ana :P) ir y venir cuando nos dé "la gana" o incluso, como en casos como el de Manolo, aparecer sólo para eventos especiales. En esta labor quiero agradecer enormemente a mis padres, apoyándome y animándome (y casi sin rechistar cuando me iba de convivencia); a Ana, dándome una de cal y otra de arena; a José Manuel, haciendo la mayoría de las cosas más amenas; y sobre todo a VAI SOLI, que de una forma u otra, son a los que más agradezco mi unión al catolicismo.
Gracias
PD: Sé que la imagen no tiene nada que ver pero es que me gusta tanto... jeje
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